Dentro de los blogs de El Universal está el llamado eJoven donde se toca la problemática de la UAM
Aquí el primer post de este:
Movimientos estudiantiles: ¿hasta dónde?
18-febrero-2008
POR: Esteban Román
Los estudiantes de la UAM son la parte más afectada del conflicto en esa universidad. Tienen el derecho de meter la nariz en él. El problema es: ¿cómo y hasta dónde?
Único será su movimiento estudiantil pues hasta ahora todos los anteriores han sido sólo en contra de las autoridades y de los demonios de siempre: el gobierno, el imperialismo, etc, etc. ¿Qué hacer cuando, además de las autoridades, te echas en contra a un sindicato que se autoidentifica con causas de "izquierda"?
Enfrente tienen también la oposición de otros alumnos favorables a los trabajadores sindicalizados. Son sujetos de cuidado, acostumbrados a las grillas. Calificarán a los estudiantes contrarios a la huelga de derechistas pagados por las autoridades, meros títeres al servicio del neoliberalismo. Ya conocemos el discurso, lo hemos visto antes en la UNAM.
Algunos de los estudiantes que buscan la reapertura de su universidad me han dicho que han sido amenazados y fotografiados por parte de gente afín al sindicato. Por desgracia, en esta clase de conflictos la mesura se tacha como debilidad o entreguismo.
La respuesta de los alumnos debe mantenerse como hasta ahora: exigir su derecho a estudiar sin importar qué problemas laborales tengan trabajadores y autoridades; mantener sus protestas alejados de la provocación de alumnos opositores y sindicalistas, y no dejar que los directivos de la UAM los usen de ariete en contra de los trabajadores.
Sin embargo, son jóvenes y son estudiantes. Sus expresiones deben ser sinceras y directas. Si hay una mafia interesada en intimidarlos necesitan denunciarlo con todas sus letras. Si hay autoridades ineptas en su actuar o ansiosas por manipularlos deben denunciarlo sin boletines institucionales de por medio.
Debido a la sencillez de los movimientos estudiantiles es que antes del desastre de 1999 la sociedad creía ciegamente en ellos. Los alumnos de la UAM pueden hacer algo para que volvamos a creer en ese dulce mito.
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